viernes, 19 de enero de 2018

LAS CONFESIONES DE SAN AGUSTÍN, LIBRO SEGUNDO. VI,13, 14


VI,13. Porque la soberanía imita la altura, mas tú eres el único que estás sobre todas las cosas, ¡oh Dios excelso! Y la ambición, ¿qué busca, sino honores y gloria, siendo tú el único sobre todas las cosas digno de ser honrado y glorificado eternamente? La crueldad de los tiranos quiere ser temida; pero ¿quién ha de ser temido, sino el solo Dios, a cuyo poder nadie, en ningún tiempo, ni lugar, ni por ningún medio puede sustraerse ni huir? Las caricias de los desenfrenados buscan ser amadas; pero nada hay más cariñoso que tu caridad, ni que se ame con mayor provecho que tu verdad, sobre todas las cosas hermosa y resplandeciente. La curiosidad parece tratar de alcanzar el cultivo de la ciencia, siendo tú quien conoce en sumo grado todas las cosas. Hasta la misma ignorancia y la estupidez se cubren con el nombre de sencillez e inocencia, porque no hallan nada más sencillo que tú; ¿y qué más inocente que tú, que aun el daño que reciben los malos les viene de sus malas obras? La flojera desea hacerse pasar por descanso; pero ¿qué descanso cierto hay fuera del Señor? El lujo desea ser llamado saciedad y abundancia; pero tú solo eres la plenitud y la abundancia indeficiente de eterna suavidad. El derroche se oculta bajo el aspecto de generosidad; pero sólo tú eres el verdadero y generosísimo dador de todos los bienes. La avaricia quiere poseer muchas cosas; pero tú solo las posees todas. La envidia compite por la excelencia; pero ¿qué hay más excelente que tú? La ira busca la venganza; ¿y qué venganza más justa que la tuya? El temor se espanta de las cosas repentinas e insólitas, contrarias a lo que uno ama y desea tener seguro; mas ¿qué en ti de nuevo o repentino?, ¿quién hay que te arrebate lo que amas? y ¿en dónde sino en ti se encuentra la firme seguridad? La tristeza se abate con las cosas perdidas, con que solía gozarse la codicia, y no quisiera se le quitase nada, como nada se te puede quitar a ti. 

14. Así es como fornica el alma: cuando se aparta de ti, busca fuera de ti lo que no puede hallar puro y sin mezcla sino cuando vuelve a ti. Torcidamente te imitan todos los que se alejan y alzan contra ti. Pero aun imitándote así indican que tú eres el Creador de toda criatura y, por tanto, que no hay lugar adonde uno se aparte de modo absoluto de ti. Pues ¿qué fue entonces lo que yo amé en aquel huerto o en qué imité, siquiera viciosa y torcidamente, a mi Señor? ¿Acaso fue el deleitarme actuando engañosamente contra la ley, realizando impunemente lo que estaba prohibido, para que yo, cautivo de una libertad defectuosa, imitara una imagen oscurecida de tu omnipotencia, ya que que no podía con mi poder? He aquí al siervo que, huyendo de su señor, consiguió la sombra. ¡Oh podredumbre! ¡Oh monstruo de la vida y abismo de la muerte! ¿Es posible que me fuera grato lo que no me era lícito, y no por otra cosa sino porque no me era lícito?

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