miércoles, 30 de noviembre de 2016

Isaías, 65


DESDE EL NACIMIENTO DEL SOL, HASTA QUE SE PONE, SEA ALABADO EL NOMBRE DE DIOS.
Isaías, 65
1.Me he dejado hallar por los que no preguntaban por mí y me he dejado encontrar por los que no me buscaban. Dije: «Aquí me tienen» a una nación que no invocaba mi nombre.

2.Le he tendido la mano todos los días a un pueblo desobediente, que seguía un camino que no era bueno, tras sus propios caprichos.

3.Este pueblo me provoca continuamente en mi propia cara, haciendo sacrificios en los jardines, quemando perfumes sobre ladrillos,

4.viviendo en los sepulcros, pasando la noche en rincones secretos, comiendo carne de cerdo y sirviendo en sus platos comidas prohibidas.

5.Dicen: «Párate, no te acerques, que puedo pegarte la santidad.» Todo esto me molesta las narices como el humo de un incendio que no se apaga.

6.Pero esto es lo que tengo escrito delante de mí: No me quedaré callado hasta no haber arreglado de una vez cuentas con ustedes

7.por sus pecados y los de sus padres, dice Yavé, que quemaron incienso en los cerros y me desafiaron en las colinas. Les daré bien su merecido, sin quitarles nada.

8.Esto es lo que declara Yavé: Así como dice uno, cuando encuentra un racimo jugoso: «No lo cortes, porque es una bendición», así me portaré yo por amor a mis servidores, y no lo destruiré todo.

9.Haré nacer de Jacob una descendencia y de Judá herederos para mis montañas. Les corresponderán en herencia a mis elegidos y mis servidores harán allí sus casas.

10.Mi pueblo, que me habrá buscado, tendrá el Sarón para que pasten las ovejas y el valle de Acor como potrero para los bueyes.

11.Pero a ustedes, que abandonan a Yavé, que se olvidan de su Cerro Santo, que le preparan una mesa a Gad y que llenan la copa de Meni,

12.yo los condeno a morir por la espada, y todos doblarán la rodilla para ser degollados. Porque llamé y nadie respondió, les hablé y nadie me hizo caso. Hicieron lo que yo considero como malo y eligieron lo que a mí no me gusta.

13.En vista de esto, el Señor Yavé les dice: ¡Muy bien! Mis servidores comerán, mientras que ustedes estarán con hambre. Ellos tendrán de beber, mientras que ustedes sentirán sed. Se alegrarán, mientras que ustedes se verán humillados.

14.Mis servidores cantarán con el corazón lleno de felicidad, mientras que ustedes se quejarán, con el corazón apenado, y gritarán, con el ánimo aplastado.

15.El nombre de ustedes no se recordará más que cuando mis elegidos pronuncien una maldición: «¡Así te haga morir el Señor Yavé!» En cambio, a mis servidores les daré un nombre nuevo.

16.Todo el que quiera recibir una bendición en el país, la recibirá en el nombre del Dios de la verdad; y cualquiera que preste un juramento en el país, jurará por el Dios que cumple sus promesas, pues todos los males del pasado quedarán en el olvido y ocultos a mis ojos.

17.Pues Yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva y el pasado no se volverá a recordar más ni vendrá más a la memoria.

18.Que se alegren y que estén contentos para siempre por lo que voy a crear. Pues Yo voy a hacer de Jerusalén un Contento y de su pueblo una Alegría.

19.Yo quedaré contento con Jerusalén y estaré feliz con mi pueblo. Ya no se oirán, en adelante, sollozos ni gritos de angustia,

20.ni habrá más, allí, recién nacidos que vivan apenas algunos días, o viejos que no vivan largos años, pues morir a los cien años será morir joven, y no llegar a los cien será tenido como una maldición.

21.Harán casas y vivirán en ellas, plantarán viñas y comerán sus frutos.

22.Ya no edificarán para que otro vaya a vivir, ni plantarán para alimentar a otro. Los de mi pueblo tendrán vida tan larga como la de los árboles y mis elegidos gozarán de los frutos de su trabajo.

23.No trabajarán inútilmente ni tendrán hijos para perderlos, pues ellos y sus descendientes serán una raza bendita de Yavé.

24.Antes que me llamen les responderé, y antes que terminen de hablar habrán sido atendidos.

25.El lobo pastará junto con el cordero; el león comerá paja como el buey y la culebra se alimentará de tierra. No harán más daño ni perjuicio en todo mi santo cerro, dice Yavé.

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